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¿Ha sido idea tuya?
El anciano de la cojera intervino:
¡No importa de quién haya sido idea! Te quedarás aquí..., y si tu gente no viene,
quizá se nos ocurra qué hacer contigo.
Me volví hacia él:
Por ejemplo, puedes usarme para curarte la pierna le dije con voz suave . Debe
de hacerte mucho daño.
¡Nunca me pondrás tus venenosas manos encima!
Lo haría. Claro que lo haría. Si nos hacían quedar a Aaor y a mí allí, nada iba a
impedirles el usarnos para liberarse de sus muchos problemas físicos.
Esto no ha sido idea mía dijo Francisco . Lo único que yo dije era que no había
que fusilarte. ¿Sabes?, a mucha gente de aquí le gustaría hacerlo.
Eso sería un grave error.
Lo sé. Hizo una pausa . Fue Santos el que sugirió que te retuviésemos aquí.
No me eché a reír a carcajadas. Las carcajadas hubiesen hecho que los ancianos se
sintieran más suspicaces de lo que ya lo estaban. Pero, en mi interior, me desternillé de
risa: Santos hacía más que compensar su error. Sabía exactamente lo que estaba
haciendo. Sabía que su gente utilizaría la habilidad curativa de Aaor y mía, y olería
nuestros aromas, y así, cuando finalmente llegase mi gente, la suya la recibiría sin
hostilidad. En cierta manera, como había afirmado Francisco, yo iba a asegurar la
seguridad del pueblo montañés: la gente que no lucha no se mete en ningún lío..., de
hecho, una vez que el transbordador captase los aromas de Aaor y mío, ni siquiera los
gasearía.
Traed a Aaor dije.
Aaor ya viene. Francisco hizo una pausa . Si intentas algo, si asustas en algún
modo a esta gente, te dispararán. Y no dejarán de disparar hasta que no quede ya nada
vivo en ti.
Asentí. Quedaría mucho de vivo en mí, pero desde luego aquello no sobreviviría como
yo. E incluso podría hacer daño allí..., como una enfermedad. Era mejor que nosotros
muriésemos en la nave o en uno de nuestros pueblos: así, nuestra sustancia era
absorbida, sin problemas, por el organismo mayor. Si no sucedía así, las organelas
oankali hallaban cosas que hacer por sí mismas.
Aaor fue traído por jóvenes guardias. Miré sus piernas en busca de una señal de bala,
pero no hallé ninguna. Los humanos le habían dejado curarse por completo antes de
traerlo aquí.
Vino hasta donde yo estaba y se sentó a mi lado en el suelo de piedra. No me tocó.
Quieren que nos quedemos aquí dijo en español.
Lo sé.
¿Debemos hacerlo?
Sí, naturalmente.
Asintió con la cabeza.
Yo también pensé lo mismo. Dibujó con la boca algo que podría ser considerado
una sonrisa . Tenías razón en lo que decías acerca de que te disparasen; no quiero
volver a pasar por esa experiencia.
¿Dónde están tus cónyuges?
No muy lejos de aquí, en su casa..., bajo guardia.
Me enfrenté de nuevo a Francisco.
Aceptamos quedarnos aquí hasta que llegue nuestra gente, pero Aaor tiene que vivir
con sus cónyuges. Y yo debo de hacerlo con los míos.
¡Os quedaréis aquí, presos en la torre! dijo uno de los chupados ancianos . ¡Los
dos! ¡Os quedaréis aquí bajo guardia! ¡Y no tendréis cónyuges!
Viviremos en casas, como la gente le contesté con suavidad.
Alguien escupió las palabras:
¡Cuatro brazos! Y otro alguien murmuró:
¡Animales!
Viviremos con la gente que vosotros sabéis que son nuestros compañeros
continué . Si no es así, nos convertiremos... en muy peligrosos, tanto para nosotros
mismos como para vosotros.
Silencio.
Probablemente mi aroma y el de Aaor no podían convertir rápidamente a aquella gente
sin un contacto directo, pero nuestros aromas sí contribuían a que estuvieran más
dispuestos a creer cualquier cosa que les dijésemos. Y podíamos persuadirles a hacer
aquello que ellos ya sabían que era lo que realmente debían hacer.
Viviréis con vuestros compañeros dijo Francisco, por encima de muchos
murmullos . La mayoría de nosotros aceptamos eso. Pero, sea donde sea que viváis,
será bajo guardia. Es preciso.
Miré de reojo a Aaor.
De acuerdo dije . Vigiladnos. No hay necesidad de ello, pero si eso os da
tranquilidad, lo soportaremos.
¡Guardias para impedir que la gente acepte vuestro veneno! musitó el anciano
tullido.
Ahora traedme a mis compañeros dije en voz muy queda, tanto, que la gente se
inclinó hacia delante para oírme . Los necesito, y ellos me necesitan a mí. Nos
mantenemos sanos unos a otros.
Dejadlos estar juntos complementó lo dicho Aaor . Dejadlos reconfortarse unos a
otros. Ya llevan días separados.
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