[ Pobierz całość w formacie PDF ]
estas hordas. Al menos hasta aquel momento.
A pesar de todo, Splock no pensaba así.
Las cosas no están marchando bien para César, capitán; ni para nosotros.
Usted es un viejo bastardo negativo de orejas puntiagudas... pero ha calculado la
situación con precisión, señor Splock.
Gracias. Carezco de emociones, por lo que ni sus alabanzas ni sus insultos significan
absolutamente nada para mí. Sin embargo, le agradezco que respete mi intelecto, y hago
caso omiso, con desdén si tuviera emociones que me permitieran manifestar desdén, de
su estúpido comentario acerca de mis orejas.
¿Qué van a hacer? preguntó Bill, retrocediendo lentamente ante el ejército que se
aproximaba. La única respuesta que obtuvo fue el silencio.
Mientras observaban con más que un poco de interés, las fuerzas de Ghengis Jan
avanzaban sobre sus yaks acorazados. Llevaban atemorizadoras lanzas y armas de todo
tipo y variedad. Tenían enormes timbales, uno a cada lado del caballo, que los
cadavéricos guerreros tañían; guerreros aún más cadavéricos tocaban trompetas y
aullaban de una forma asiática minuciosamente odiosa. Sus ejércitos, que se extendían
en apretadas filas hasta donde podía alcanzar la vista, cargaron a lo largo de la orilla del
Tíber. Las tropas romanas tenían aspecto resuelto pero nervioso, como hombres que
hubieran sido metidos de forma sucia en problemas que no eran de su incumbencia.
Algunos de los que se hallaban en la vanguardia estaban ya retrocediendo para evitar el
contacto con aquellos diablos que gritaban y hacían muecas sobre sus caballos y
camellos y extrañas armas y sus espíritus de saqueo y asesinato. Piojos, liendres y
probablemente también cangrejos y arañas, pululaban por sus cuerpos sucios y por sus
mugrientos cabellos lacios.
Esto no es justo dijo Dirk . Ghengis Jan ni siquiera pertenece a este período
histórico. ¿Cómo han llegado los hunos hasta aquí?
Eso observó Splock es menos importante que saber lo que vamos a hacer con
ellos.
¿Alguna idea? preguntó Dirk.
Un momento dijo Splock . Estoy pensando. O más bien, al ser el pensamiento tan
rápido como la luz, estoy revisando los pensamientos que he tenido cuando se han
presentado problemas.
¿Y? lo apremió Dirk.
Tengo una idea respondió Splock . Es una posibilidad remota, pero quizá
podamos conseguir que funcione. Entreténgalos todo el tiempo que le sea posible,
capitán, Bill, venga conmigo.
¿Y qué pasa conmigo? gritó penetrantemente Illyria, el chinger comunicador,
cuando ellos casi le pasaron por encima . ¡Deberíais mostrar un poco de consideración!
Por supuesto, sin duda, no te habíamos olvidado dijo Bill, al darse cuenta de que la
habían olvidado . Quédate con el capitán. Vigílale. Estaremos de vuelta enseguida...
espero. Le dirigió a Splock una mirada cargada de sospecha . ¿Adónde vamos?
Vamos a salvar la Tierra, como usted ya sabe. Splock cogió a Bill de la mano y con
la otra realizó unos ajustes en el panel de mandos miniaturizado de su cinturón. Se
produjo un sonido atronador y brillaron múltiples relámpagos. Bill no tuvo tiempo siquiera
para jadear apropiadamente. De pronto sintió que el tiempo y el espacio se disolvían en
torno a él. Un aire helado le rozó los labios, y se sintió levantado y transportado por un
fuerte viento que no era otro que el mismísimo viento temporal.
Después de un rato de ruidos de remolino, luces parpadeantes y olores misteriosos, Bill
se halló de pie en una llanura árida, o lo que tal vez fuese un desierto; Bill no estaba
demasiado seguro. Era de color marrón y parecía compuesto principalmente de grava,
con algunas grandes rocas que le proporcionaban un relieve de tebeo. Aquí y allí se veían
algunos arbustos espinosos medio marchitos que apenas podían vivir en aquel lugar seco
y estéril. Splock estaba de pie a su lado, consultando un pequeño mapa que había sacado
de la bandolera que llevaba a la cintura.
Este debería ser el sitio correcto dijo Splock con el ceño fruncido y las orejas
temblando . A menos que este sea un mapa de otra fecha. Las corrientes temporales
cambian sin previo aviso, por lo que uno no se puede fiar...
Se oyó un bramido a sus espaldas. Bill saltó en el aire y se volvió buscando la pistola
que no tenía sujeta a la cintura.
Splock se volvió más lentamente, como era apropiado para alguien de su intelecto.
No son más que los camelleros dijo Splock.
Ah dijo Bill . Los camelleros. Por supuesto. Usted no los había mencionado antes
de ahora.
No lo creí necesario fue la respuesta de Splock . Pensé que podría deducir eso
usted sólito.
Bill no se molestó en responder que no había tenido fundamentos para llegar a dicha
conclusión. Splock era una de esas personas muy inteligentes que siempre tienen
respuesta para todo, y cuyas explicaciones hacen que uno se sienta todavía más estúpido
de lo que es. O al menos así espera uno que sea.
Dos camelleros, montados en sus altos dromedarios, habían estado aguardando
pacientemente. Ahora, uno de ellos se dirigió a Splock en un extraño idioma que el
traductor de Bill, después de rebuscar torpemente, consiguió traducir al inglés.
Te doy la bienvenida, effendi.
Te saludo dijo Splock . Por favor, sé tan amable como para conducirnos hasta tu
jefe.
Los camelleros hablaron entre sí en un idioma, o lo que es más probable en un
dialecto, que la computadora de Bill no tenía en su repertorio. Fuera lo que fuese, Splock
parecía conocerlo, pues se metió en la conversación pronunciando unas palabras bien
escogidas que de alguna manera provocaron la risa, algo forzada pero respetuosa en los
camelleros.
¿Qué les ha dicho? preguntó Bill.
Tan sólo un chiste respondió Splock . Pierde mucho al traducirlo.
Dígamelo de todas formas pidió Bill.
Les dije: «Que la ruta de vuestros camellos nunca cruce el tétrico pantano que
conduce a la oscuridad estigia»
¿Y se han reído?
Por supuesto. Utilicé una variante de la palabra pantano que también puede ser
interpretada como: «Que vuestra rabadilla nunca sufra las múltiples indignidades de ser
[ Pobierz całość w formacie PDF ]
Tematy
- Home
- Harry Potter Jetnik iz Azkabana
- Harry Adam Knight Fungus
- Harry Potter Kamen modrosti
- Harry Turtledove [The V
- MacApp C Tajemnica planety pozbawionej slonca
- Norton Andre Sargassowa planeta
- 523.Harris Lynn Raye Przyjęcie na Manhattanie
- Harris, Thomas Hannibal
- Learn Microsoft Assembler in a Day
- Dom Luka The Other S
- zanotowane.pl
- doc.pisz.pl
- pdf.pisz.pl
- bialaorchidea.pev.pl