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pesar el doble; y las vacas Durham, que antes necesitaban para desarrollarse cuatro años
y pesar 300 kilogramos, ahora, amaestrados por el arte del inmortal Bakewell, hacen eso
mismo en dos años; y las fresas que maduraban en Mayo, hoy maduran quince días
antes, obligadas a trabajar por la noche con la lámpara de Siemens; y la viña que antes
tardaba tres, cuatro o cinco años en producir fruto, ahora los produce a los dos,
obligando a desarrollar rápidamente las raíces con labores de una vara de profundidad,
hechas con arado de vapor; y el prado que antes sólo crecía y daba cortes en el verano,
crece y da cortes en el invierno, por un sistema especial de riegos inventado en las
macite de Lombardía, y las plantas de jardín que antes sólo florecían en verano o en
estufas, ahora florecen en invierno al aire libre. Ya hemos visto cómo a medida que los
hombres se hacen más precoces, los animales y las plantas no han podido permanecer
estacionarios, que tienen que acortar también sus plazos, y que si la viña ha descendido
casi a la categoría de las plantas de huerta que el mismo año que se plantan se cogen, es
natural que los árboles frutales desciendan a la categoría de la viña antigua, que el olivo
produzca al sexto año, el almendro al quinto, el naranjo al cuarto, el albérchigo al
tercero, y que, apurando más todavía la cosa, los frutales se hagan domésticos, se
aposenten en macetas, en los balcones, y fructifiquen al segundo año?
*
Los árboles en verano, son una despensa colgante... En invierno son un leñero que
con generosidad se nos ofrece.
Porque el pobre árbol tiene por oficio coger rayos solares, que es decir calor, que es
decir fuerza, y aprisionarlos entre las mallas de sus tejidos en dos formas: en forma de
fruta y en forma de leña; fruta que es combustible para el hogar de nuestro estómago,
verdadera caldera que hace mover por invisibles correas, que es el músculo y el nervio,
las piernas y los brazos y los centelleos del cerebro, y las vibraciones del mismo que son
libros, discursos;... leña y carbón para el hogar de n casa, con que nos producen
uestra
sangre y la calientan por de por fuera.
Aprenderéis en la soledad, que la compañía de los árboles con el viento que los agita,
con los pájaros que les pueblan, es preferible mil veces a la compañía de los hombres.
Yo les debo tantos consuelos, que me parece que sin ellos no podría vivir. Tantas
perfidias de los hombres, tantas maldades y coces triturando el alma y llenándola de
injusticia... el alma herida por la injusticia y por la maldad, mis tristezas y mis congojas
se han aliviado aislándome de los hombres, echando una mirada sobre el Universo,
sosteniendo una muda conversación con la Naturaleza, confinándome un día entre los
árboles... Si me quitaran aquel pinar de la Florida de Madrid, me parecería que me
quitaban una de las raíces de mi existencia... Nada más sedante, nada más a propósito
para calmar la desesperación.
La rama, el viento y el pájaro, forman como una divina armonía en cuya música las
almas superiores encuentran un manantial inagotable de satisfacciones; en que el dolor
humano encuentra alivio y medicina.
*
¡Cuántos recuerdos: la historia alrededor del árbol! en ese que habéis plantado, mirad
aquel árbol del Paraíso, primera nodriza de la humanidad, bajo cuya copa se cometió la
culpa que los Padres de la Iglesia llamaban feliz, felix culpa, y que según su bella
leyenda «duró hasta hace diez y nueve siglos», habiéndose labrado con su madre la cruz
en que fue clavado Jesús Nazareno, el Redentor del mundo; mirad aquel árbol, el árbol
de Sobrarbe; el árbol de la Noche triste, en que Hernán Cortés... el árbol de Guernica,
que se ha cansado de enseñarnos cómo se conciliaba lo antiguo y lo moderno, la
tradición con la reforma, el cedro del Líbano en la sierra del suplicio, junto a la tumba
de Isaías, que crece en el agua, en los riscos, símbolo de la política hidráulica; y aquella
higuera maldecida por Jesús porque no daba fruto, porque no daba más que hojarasca,
florido y pomposo símbolo de nuestro Parlamento; y el grano de mostaza que, como
dice la parábola, «cuando se siembra, es el grano más pequeño de todos; pero que
cuando ya ha echado raíces, y ha crecido, viene a ser la más grande de todas las plantas,
y se puede llamar un árbol que echa ramas tan fuertes y robustas, que las aves del aire
van allí a hacer su nido, y a descansar a su Sombra...»(28), imagen de lo que hubiera sido
aquel pueblo humilde nacido en San Juan de la Peña y en Covadonga, si hubiera tenido
buenos gobernantes, como Isabel la Católica, como Fernando de Aragón, como el
Cardenal Cisneros.
¿Qué es un árbol? Preguntádselo a un natural de Taití: el árbol que llaman del pan y
el árbol que llaman cocotero son su vida, la vida entera de toda una humanidad: pan,
bebida, fibra para sus telas, troncos y hojas para su choza, madera para sus
embarcaciones: unos cuantos árboles trabajan de balde, como esclavos, y el hombre que
vive a su sombra ni siquiera tiene que trabajar.
Los árboles de nuestro país también dan todo eso...
¿Bebida? Hay un árbol en la isla de Tagalog y en la de Vig, islas Filipinas, y otro en
el Perú(29), que condensa el agua de la atmósfera y gotea por las hojas y llena el depósito
que han construido alrededor, y con esa agua viven, y sin ella no podrían vivir los
habitantes de aquel país. En el nuestro hay fuentes porque los árboles con sus raíces
sujetan la tierra, que empapa el agua... y en desapareciendo los árboles se secan las
fuentes... Y entre nosotros, ¿queréis mejores bebidas que las que nos da la vid? Mirad
un racimo: cada grano es una botellita llena de agua azucarada que bebéis con deleite
despachurrándola dentro de la boca y tragando a un tiempo el contenido con el
continente. De ella sacáis a vuestro sabor jarabe de agraz para refresco, arrope para
postre, vino que hace veces de agua y aun hay quien dice que es mejor que el agua, que
quita la sed haciendo las veces de vinagre y de aguardiente para disolver medicamentos
para curaros. Me diréis que la vid no es árbol... ¡Vaya si lo es! Aquí no, pero es porque
los hombres la hacen enana; pero un sistema de cultivo consistente en formar parrales
como en Almería lo convierten en tales árboles, y así sucede con los grandes
emparrados de Oanes. Yo podría citaros una parra que era más que un árbol un
verdadero bosque, que daba vino para toda la familia...
Pero da más; da madera y leña. Media vida es la candela, pan y vino la otra media:
pues las tres cosas os da el árbol: de modo que el árbol es la vida entera.... pero no: el
árbol sabe que el hombre no vive sólo de pan, de vino, de candela: sabe que el hombre
necesita además de la poesía, y por daros de todo, también os da poesía, ¿de qué modo?
Ha oído la dulce reprensión de Jesús a Marta, y además de daros en sus flores
esencias como la de azahar, he aquí el resultado. Cuando llega el invierno y las hojas se
han caído, veis en las ramas multitud de nidos, las cunas vacías de todo un mundo de
artistas, verdadera poesía de los aires, sin la cual la tierra sería una cosa bien triste. Pues
esos nidos, tan fáciles de descubrir en el mes de Diciembre y tan difíciles en Mayo, a la
vista de los cuales pensáis con crueldad: «si como te veo ahora te hubiese visto en el
mes de Junio...» esos nidos os enseñan que el árbol ha dado una cosecha de frutas más
preciosas que las ciruelas, que los melocotones y las moras: frutas de movimiento, como
algunos de nuestros juguetes, y que han corrido de un lado a otro todo el verano,
alegrando vuestra siesta, ayudando al labrador, a quien los insectos destruirían sin ellos
gran parte de sus cosechas, y por fuera ostentan todos los colores del iris, que se llaman
jilgueros, alondras, gorriones verderones, mirlos, ruiseñores, tórtolas, y que tienen
memoria, entendimiento y voluntad, que han descubierto la conquista de los aires y la [ Pobierz całość w formacie PDF ]

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