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Landings, por mucho que le gustara la música, admirara a su jefe y se
divirtiera con los clientes.
Pero Rory no estaba en ese club, sino en su casa. Y lo necesitaba. No
para el sexo ni algo superficial. No. Ahora necesitaba su fuerza, su apoyo,
su preocupación sincera... Y, sorprendentemente, a él no le parecía tan
duro como había esperado. Era como si hubiera guardado toda su capacidad
de amar para ese preciso momento.
Mientras observaba cómo la respiración de Rory se iba haciendo más
suave y constante, se dio cuenta de que, en muchos aspectos, el trabajo en
el club había sido una especie de catarsis. Se había enfrentado a su pasado
y había conseguido utilizar sus tendencias de playboy para algo positivo.
Algunas de las parejas que había juntado en el bar seguían juntas. Y
además había progresado mucho en su búsqueda personal de
autoindulgencia. Pero ¿lo suficiente para arriesgarse a una relación
verdadera con Rory, cuyas debilidades empezaba a comprender?
Se metió en su dormitorio a ponerse el uniforme de barman: camisa
blanca de algodón y pantalones negros. Luego, fue a la cocina a buscar algo
de beber. La jarra de té helado estaba casi vacía y no tenía tiempo de
preparar más, así que sacó una Sam Adams del frigorífico, agarró un trapo
limpio, lo empapó de agua y volvió junto a Rory.
Ella se había tumbado, con un cojín bajo la cabeza, pero se sentó cuando
Alec se acercó.
 No, gracias  le dijo, rechazando la cerveza.
 ¿Prefieres agua? Es todo lo que tengo.
 Debería irme a mi casa, a lavarme un poco. Seguro que tienes
trabajo... sea donde sea  añadió sin ocultar el sarcasmo de su voz. Así era
Rory, abierta y sincera.
 Ven conmigo  dijo él, sin apenas sorprenderse de hacer una oferta
semejante.
 ¿Cómo?
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 No hago nada de lo que me avergüence, Rory. Pero desde que acepté
este trabajo, he intentado mantenerlo al margen de la nueva vida que
intento construir.
 ¿Te refieres a tu nueva vida profesional y académica?
El se rió suavemente.
 La verdad es que acepté este trabajo a causa de mi vida profesional y
académica. ¿Recuerdas a ese misterioso barman de Dixie Landings? Soy yo.
 ¿Tú?  preguntó ella, sin mostrarse muy sorprendida.
Alec se sentó a su lado y tomó un sorbo de cerveza.
 Es por mi proyecto de investigación. Además, el club tiene buena
música, buena comida y una abundante clientela soltera a la que no parece
importarle que la tome como objeto de estudio.
Ella lo golpeó en el codo, claramente divertida.
 ¿Por que no me las dicho antes? Sólo bromeaba cuando dije que a lo
mejor eras un gigoló.
 El sexo por dinero es lo único a lo que no me he rebajado en mi vida.
Quiero decir, en algún sitio un hombre tiene que fijarse sus límites.
Al principio Rory sonrió, pero enseguida adoptó una expresión seria y
pensativa.
 ¿Qué?  preguntó él.
 Nada. Sólo estaba pensando otra vez en Micki. Me pregunto a lo que
habrá tenido que rebajarse para sobrevivir todos estos años.
A Alec se le pasaron por la cabeza unas imágenes oscuras y siniestras,
como las ratas que buscaban comida en los contenedores de basura detrás
del club. No importaba cuantas trampas pusiera Shaw; todo el mundo sabía
que existían, como una parte ineludible de la ciudad, pero aún así suponía
un shock encontrárselas. Alec había visto lo que la desesperación había
hecho con las chicas que pululaban las sombrías esquinas a tan sólo dos
manzanas del club.
 Sigue viva, Rory. Eso significa que tiene recursos.
Rory se mordió el labio.
 La Micki que yo recuerdo podía manejarse en cualquier situación.
Excepto con las estrictas normas de mi abuela.
Él la escuchó relatar una dulce historia acerca de su infancia, notando las
similitudes entre las tendencias problemáticas de Micki y las suyas propias.
Él había sido muy parecido a la hermana de Rory... Testarudo, impulsivo,
furioso. Pero había salido adelante. Tal vez Micki podría conseguirlo
también... con un poco de ayuda. La ayuda de Rory. Ella había logrado
maravillas con él sin ni siquiera intentarlo. Poco a poco, Alec había
empezado a darse cuenta de que no podía alejarse de sus tendencias de
playboy tan fácilmente como había esperado. Era una criatura sexual,
sencillo y simple. Madurar no significaba olvidarse por completo del pasado.
Rory mantenía satisfechos sus apetitos sexuales, lo cual le permitía
concentrarse en sus objetivos académicos y en sus necesidades
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sentimentales. Gracias a ella estaba encontrando el equilibrio, algo que
jamás había conseguido por sí mismo.
La pregunta era, ¿que podía dar él a cambio? Ella le había pedido
instrucción sexual, y eso le había dado. Pero ¿y ahora qué?
 ¿La viste bien?  le preguntó a Rory, decidido a ayudarla en todo lo que
pudiera.
Ella negó con la cabeza.
 Sólo lo suficiente para reconocerla, si es que realmente la vi.
 El hombre que paseaba al perro también la vio. No fue una alucinación.
 ¿Por qué me siguió hasta aquí y luego no quiso hablar conmigo?  Rory
se levantó y se acercó a la ventana, apartó las cortinas y miró al exterior.
Tras unos segundos, se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta . Lo
siento, Alec. No era mi intención meterte en esto.
El también se levantó y la sujetó de la mano antes de que pudiera salir.
 No me has metido en nada. Puedes hablar conmigo, Rory. De lo que
sea.
 ¡No, no puedo!  exclamó ella. Se soltó y giró el pomo de la puerta.
 Mira, sé que tendría que haberte hablado antes de mi trabajo, pero
supongo que estaba tan acostumbrado a no decírselo a nadie, que me
parecía natural mantenerlo en secreto.
Quería contarle más sobre Dixie Landings, pero prefería enseñárselo. Así
ella podría ver a Xander Mann, el hombre que había sido en su pasado, y
sacar sus propias conclusiones. En el fondo, no había mucho que ella no
supiera. Pero ser testigo presencial de sus manipulaciones no tenía nada
que ver con haber oído cosas de un pasado lejano.
 Alec, no me interesa tu trabajo. Me parecía muy bien que no me
hablaras de ello. Era como un juego.
El no pudo evitar una sonrisa. Así que la revelación no tenía
consecuencias para ella.
 Entonces, ¿por qué de repente no me puedes hablar de tu hermana?
Ella se detuvo, cerró los ojos y respiró hondo. Él pudo ver cómo estaba
luchando contra sus instintos, cómo intentaba tragarse la respuesta sincera
que pugnaba por salir.
 Porque lo que siento por Micki es personal. Muy personal. Son mis
sentimientos más íntimos. Ni siquiera yo misma me atrevo a encararlos. Lo
he descubierto esta noche.
 ¿Y no puedes hablarme de ello? ¿Por qué, Rory?
 ¿Por qué deberías implicarte en esto?  preguntó ella con ojos
brillantes.
 ¿Y por qué no debería? ¿De qué se trata, Rory?
Ver la confusión que se reflejaba en el rostro de Alec fue como si un
cuchillo le traspasara la garganta. Dios, se estaba comportando como una
niña. Como la niña que era, y que tal vez siempre fuera. Alguien que
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albergaba una secreta mezcla de sentimientos, contradictorios e
irracionales, que jamás se atrevería a reconocer. Amaba a su hermana, y a
la vez la odiaba. Amaba a Alec, pero no podía enamorarse de él. ¿Qué sabía
ella del amor? Sólo llevaban juntos dos semanas. Y, sin embargo, lo que
más deseaba era refugiarse en sus brazos y dejarle que encendiera su
deseo, aunque sabía que con eso sólo conseguiría agravar sus problemas.
 Se trata de que estoy muy confusa, muy insegura de lo que quiero. Se
trata de que eres el hombre más impresionante que he conocido y de lo
inconveniente que eso resulta ahora mismo. No sé ni lo que digo, Alec.
Estoy rendida, confundida, emocionalmente exhausta después de haber [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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